“Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”. Jn. 10: 10. Jesús, Dios hecho hombre, vino al mundo de los humanos con un gran objetivo: inmolarse por el perdón de los pecados para salvar nuestras almas, dándonos vida eterna… para que todos tengamos vida “y vida en abundancia”. ¿A qué se refería Jesús cuando definió de este modo la vida que nos promete? Nuestra vida terrenal es limitada en términos de durabilidad, de calidad y de posibilidades, todo esto en el marco de lo estrictamente humano. Jesús, en cambio nos ofrece romper las barreras del tiempo, potenciar nuestras capacidades cualitativas y poner a nuestra disposición una infinitud de posibilidades para ser felices; felices, mis queridos lectores, felices. Hoy en día buscar la felicidad es una meta en sí misma. Vivir infeliz no es vida. Seguir a Jesús y su promesa, nos garantiza esa vida abundante en la que encontraremos la felicidad eterna.