Siempre oí decir que el término América Latina había sido una invención francesa incubada en los tiempos del expansionismo imperial de Napoleón III, quien ambicionaba tanto una sucursal de su imperio en México como un canal interoceánico a través de Nicaragua, cuyo trazo él mismo diseñó.Pero en verdad, aquella denominación que hasta hoy día nos identifi – ca resulta ser la obra de emigrantes latinoamericanos que nunca han faltado en París.El 22 de junio de 1856 se celebró una asamblea en la que participó una treintena de asistentes, para repudiar la ocupación de Nicaragua por la falange fi libustera del fundamentalista sureño William Walker, quien ya había fracasado en apoderarse del estado de Sonora en México. Tras hacerse elegir presidente de mi país, restableció la esclavitud e instauró el inglés como idioma ofi cial, mientras el presidente Franklin Pierce se fi ngía desentendido.Fue entonces cuando en uno de los ardientes discursos de aquella noche en París, el chileno Francisco…