Si no se trata de un juego -y menos de un amago protagónico del Procurador-, entonces lo primero que debió buscar el doctor Francisco Domínguez Brito era ganar aliados para garantizar el éxito de su cruzada con el tema de la prostitución. Y para conseguir respaldo y poder encarar juntos un problema tan sensitivo, de tantas implicaciones y de profundas raíces económico-sociales de por medio, había que poner bien en claro que la intención no era dañarle el negocio a nadie ni perseguir a quienes, en definitiva, son víctimas. Si alguien se llegó a reír de los planes o las advertencias del Procurador, como el mismo refiere, debió ser por la convicción generalizada de que la prostitución es una realidad ancestral con la que no ha podido nada ni nadie, y que en el país es historia, que ni Trujillo en sus mejores tiempos encontró cómo enfrentarla, pues cuando intentó meterle el pico cerrando bares y negocios donde se comercializaba el sexo, le observaron que consumo de bebidas y recaudacio…