No es entonces la arrogancia ni el sentimiento de superioridad con que tradicionalmente nos hemos manejado con ese país lo que hará prosperar una relación política y comercial productiva. Tenemos que ir más allá y entender el fenómeno que colateralmente arrastra el proceso de integración regional al que está expuesto Haití. Por primera vez nuestros productores y comerciantes se ven bajo la amenaza de la competencia y de la entrada de nuevos actores en el mercado haitiano. De ahí la fuerza que saca el Gobierno de ese país para envalentonarse y en una actitud desafiante, rechazar nuestros productos y servicios.Los productores de pollos y huevos de la República Dominicana han recibido el primer mensaje de los cambios que se avecinan en las relaciones con Haití. A ellos les siguieron los industriales del plástico. Es seguro que también le tocará el turno a otros sectores. Mientras tanto, ¿qué podemos hacer desde nuestro litoral para evitar que esto siga sucediendo y que podamos retomar…