EN APUROS.- El ministro de Interior y Policía se mojó los zapatos él solo al meterse a las aguas fangosas del PRD, primero alarmando, después aclarando, y finalmente aconsejando una armonía imposible en estos días. Lo suyo era actuar si se producían hechos que alteraran la paz pública. Y nada de eso había ocurrido. Las solicitudes de Miguel Vargas de amparo y las amenazas de Hipólito Mejía de irse con su gente a la calle, no lo obligaban a hacer lo que hizo: Revelar que tras de uno y de otro hay contingentes de militares y policías activos capaces de provocar una guerra. La reacción de Mejía no se dejó esperar. Las declaraciones las tomó contra sí y las consideró un acto hostil contra su causa. Abrió fuego al gobierno, al que ya no ve con ojos de bondad, y Monchy Fadul se siente en apuros y busca maneras de echar agua al vino. Lo que Mejía no logra con Vargas, lo consigue fácilmente con las autoridades: que teman sus palabras y se subordinen a sus deseos. ¿Cómo cambian los tiempos,…