Desde niño recibí los dictados de la religión por tres caminos: una abuela adventista, un padre episcopal y una madre católica.No hubo conflicto. Iba los sábados en la mañana a una de las iglesias, el domingo en la mañana a la segunda y por la tarde a la tercera.Los vientos revolucionarios que soplaban en el país para la década del 60 me llevaron a conocer el materialismo histórico y dialéctico como verdades absolutas, lo que devino en una solución que me permitió alejarme sin ninguna preferencia de las tres religiones que atravesaron mi niñez.Al llegar a la poesía, como creador, por más que trataba de acercarme a la ideología que sustentaba para la época, en mis textos se colaban versos donde era evidente la religiosidad, por ejemplo, en los poemas dedicados a mi abuela, a mi madre y a mi padre, que aparecen en diversos libros, incluyendo uno a la Catedral, que disfrutó mi padre desde su otra religión.Nunca olvidaré las vivencias con el poeta Rafael Abreu Mejía y su novia, Ana Del…