Nadie es capaz de hacer la ilustración literaria del “saltacocote” como Federico Henríquez Gratereaux, a decir de otro sabio de las letras, el Roedor Aristófanes Urbáez. Siempre he creído que ellos dos, Aristófanes y Federico, se lavan en el difícil arte del “bufeo intelectual”. En ese intercambio de figuras no les gana nadie cuando se proponen ser crueles y sarcásticos con abundancia de talento.Para ellos, el “saltacocote” es un espécimen muy singular de nuestra fauna política: inteligente, sabio, malicioso, descreído, hábil, audaz, escamoso, camaleónico…En realidad, es el nombre que le han dado los campesinos dominicanos a un lagarto inofensivo que mide entre 14 y 18 centímetros y que suele caer de los árboles sorpresivamente huyéndole a los depredadores o derribado por el viento.Su aspecto de dinosaurio en miniatura, el color verde intenso, la lengüeta larga y roja y su constante jadeo, hacen tejer cuentos tan tenebrosos como falsos sobre saltos espectaculares al cuello de los …