El pasado domingo fue el 48 aniversario del intento de toma del Palacio Nacional, protagonizada por los constitucionalistas en la guerra patria de 1965.Qué celebrar en una República Dominicana de vencidos, de pueblo en desamparo, de esperanza encallada. Por la cartografía nacional, anda un olor a derrota. Para aquellos que la vanidad y el dinero no los han derrumbado, sigue en pie el proyecto liberador de la raza inmortal de junio del 59. Cualquier cambio justiciero solo puede ser sostenible si miramos a las referencias de honor y sacrificio que han poblado nuestro trayecto histórico. Cada vez que pienso en lo empozado, mi hálito queda de un solo trazo degollado. Hablar de Juan Miguel Román, Rafael Tomás Fernández Domínguez, Euclides Morillo, de Illio Capocci, de José Domínguez, de Ramón Távarez, tiene un agudo coste: evocarlos trae consigo un régimen de exigencias prescritas, de almas evolucionadas estrictas, de un profundo estado de indescriptible insatisfacción.Oh, Juan Miguel Ro…