Insistimos, al malestar existente en la Junta Central Electoral –por demás innecesario y perturbador– hay que ponerle término. Darle más larga a una situación que pudiera irse agravando, así como agregar nuevos elementos de conflicto que más adelante pudieran atentar contra la salubridad del proceso electoral en marcha y, por consiguiente, contra la tranquilidad del país, sería un acto de irresponsabilidad.A la JCE, que administrando cuatro elecciones sin mayores quejas, ruidos ni traumas se ganó la confianza de amplios sectores nacionales y rescató en poco tiempo una imagen que andaba por el suelo, hay que dejarla tranquila para que pueda hacer su trabajo y cumplir con las tareas institucionales inmediatas.Como planteara el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, los que en este momento –el menos aconsejado por la prudencia– mantienen una avalancha de críticas y demandas contra la JCE deben “dejar de torpedearla”. Se entiende que esa sana y oportuna recomendación del prestigioso…
