Hay que tener mucho cuidado al hablar porque delata lo que en realidad somos, aunque quiera aparentarse un auténtico cristianismo.Debe corregirse el modo de hablar, la boca, porque aunque se esté en el mundo, no se puede hablar como el mundo, si en verdad quiere ganarse la batalla al verdadero Enemigo.La Palabra de Dios debe siempre servir de apoyo para corregir esta distorsión, porque es el arma de que se dispone para enfrentarla. La boca refleja quiénes en realidad somos y cómo estamos. Porque “el hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene en su corazón, mientras que el malo, de su fondo malo saca cosas malas. La boca habla de lo que está lleno el corazón” (Lucas 6,45). En Santiago 3, 6-10 advierte sobre el poder de la lengua “que es un fuego, y es un mundo de maldad; rige nuestro organismo y mancha a toda nuestra persona;… con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. “Maldito proyecto y maldito todo lo que lo c…