Lo llaman “neuroplasticidad”. Me suena su definición, me asombra el extremado mimo con el que esta palabra causa su significado con su significante. Neuroplasticidad. Quizá Leonel, Danilo, Miguel o Hipólito, ya apuntaron en su GPS político las coordenadas de un término en el que están volcados algunos de los más prestigiosos neuroinvestigadores del país, uno de ellos puede ser César Mella, el psiquiatra de los deprimidos. Pero a pesar de la economía al borde de una histeria mundial, continúo tan ocupado en las cosas que dicen los haitianos y en el vergonzante infierno radial de la mañana, así como también las denuncias de Alicia, de Julito, de Huchi, Nuria o Zapete, lo que ha provocado el arrepentirme de escuchar la misma chercha televisiva, que es igual a los comentólogos de la radio repitiendo los titulares del Listín Diario y de los otros periódicos matutinos, o sea, que en este país por la mañana leemos, vemos y escuchamos siempre lo mismo. ¡Ah! pero aún queda algo como “ñapa”:…