A veces pienso que mi hijo Oscar rehúye juntarse con mi rostro gruñón… Claro, debo ser su peor crítico en este oficio que él eligió sin consultarme y contra mi deseo porque preferí siempre que ejerciera su profesión de ingeniero.Me negaba a aceptar su vocación desde que siendo un niño se interesaba por mi instrumental de trabajo: maquinilla, libreta, lápiz. Y miré para otro lado cuando a los 13 me enseñó su primer “artículo”, algo que tenía que ver con deporte, si mal no recuerdo.No quería bajo ningún criterio que mi primer hijo heredara el oficio de periodista, y él siempre lo supo. Por eso ingresó a la facultad de Ingeniería Industrial de Intec, donde jovencísimo se graduó con honores, acabando de cumplir los 20.Ni siquiera tuve que ayudarlo a buscar su primer trabajo porque llegó recomendado por la propia universidad a una de las principales empresas de la época, y en muy poco tiempo se destacó en producción, fajado de campana a campana.Ignoré por años que el muchacho ya coquet…