Cuando se aliñaba para iniciar su primer viaje de salud a los Estados Unidos después de salir del poder en 1978, Balaguer interrumpió abruptamente la conversación que sostenía con un amigo, y en la sala se hizo un silencio de dos o tres minutos que parecieron horas. Solo se escuchaba el ulular de la caravana presidencial que se dirigía al Palacio con el nuevo inquilino de la casa de gobierno, el presidente Antonio Guzmán, que se desplazaba por la avenida México, tan conocida por el ya apalastrado y solitario caudillo reformista.“¡Sopla… Y coge hasta la misma ruta que yo…!”, comentó Balaguer a la persona que le acompañaba cuando las sirenas hubieron de apagarse en la distancia. Muchos años después, siendo otra vez Balaguer presidente, ese amigo le recordó aquella escena de la sirena presidencial de Guzmán, y Balaguer dijo no recordar el momento, pero hizo este comentario: “Lo único malo que tiene el poder es que hay que salir de él… Léete el libro de Spota y tú comprenderás eso…