Nos quedaba muy claro que en nuestro país no hay cartera, iglesia o vehículo que se salve de un buen robo o un buen asalto. Pero a los ya conocidos casos extremos de robos de puentes, se suma otro precedente que refleja una situación de delincuencia e inseguridad mucho más seria: el robo de un avión.Aunque los medios se han hecho eco hasta la saciedad de esta situación, no logro resistirme a sumarme al inmenso grupo de sorprendidos por esta insólita proeza. Sólo para reconstruir un poco el temerario hecho, un pequeño relato del mismo nos ayuda a identificar las muchas debilidades que desnuda un incidente como este.Los malhechores tuvieron que entrar a las instalaciones del aeropuerto, pero ¿con qué autorización o identifica- ción? ¿Simplemente entraron como “Pedro por su casa” en horas de la noche? Penetraron el hangar, pero ¿cómo lo hicieron? ¿No hay suficiente vigilancia? ¿No hay seguimiento al ingreso de un par de desconocidos en medio de la noche a un hangar?… Encendieron el a…