La agresión verbal se ha convertido en una penosa costumbre dominicana, a través de los medios de comunicación y fuera de ellos. En ocasiones cualquier palabra improcedente o bien sea mal aceptada, es censurada con determinación juzgándola abusiva, denigrante o impropia. Esa realidad sucede sin advertir que las quejas pueden ser tan ofensivas como lo estimado en agresión, o simplemente como error. ¡Nos urge educación! Respecto a los funcionarios gubernamentales, es importante para la credibilidad de ellos mismos, que cualquier desavenencia entre organismos públicos o privados se haga en privacidad, para que la ciudadanía no tenga que enterarse de discrepancias ajenas; consciente que con frecuencia alguna información llega irrespetuosa, como si fuera natural. Todo en un tiempo cuando la palabra viene agresiva, cargada de infortunio y degradación, con expresiones que demandan gran educación, porque se ofende con facilidad, considerándose valientes.No podemos hablar mal dando inicio a…