Once diputados de la Unidad Democrática fueron golpeados en la Asamblea Nacional de Venezuela. Algunos de ellos, como María Corina Machado, tuvieron que pasar por el quirófano. Le rompieron el tabique nasal y la patearon en el suelo. La fractura de Julio Borges, en pleno rostro, parece que no tiene solución quirúrgica. El gobierno ha querido presentar la agresión como el resultado de una provocación de los opositores o como una trifulca de las que ocasionalmente se producen en los parlamentos, pero no hay nada de eso. Lo que sucedió en Caracas es mucho más grave. Estamos ante una medida punitiva encaminada a someter a la obediencia a los parlamentarios de la oposición. Es parte de un cruel ejercicio de domesticación. Previamente, el teniente Diosdado Cabello, presidente del Parlamento, el gran domador de caballos, los había silenciado. Como los diputados insistían en hablar y reclamaban su derecho a expresar sus criterios, función para la que habían sido elegidos, Cabello decidió d…