Hacer una imagen, rescatar el crédito perdido y ganarse la confianza de los sectores más sensatos de la sociedad generalmente necesita mucho tiempo y precisa de grandes recursos y esfuerzos. Partiendo casi de cero ño del sueloñ, la actual Junta Central Electoral ha sido pionera y ejemplo de avance institucional y de recomposición de su imagen en tiempo récord. Justo es reconocerle los méritos debidos al equipo que dirige la JCE, al igual que al liderazgo político que, con todo y sus vicios, han hecho su parte para que los resultados fueran los que el país conocía, por lo menos hasta hace unos días. ¿Por qué tirar por el suelo o echar a perder algo que ñun gran privilegioñ ya teníamos como cosa resuelta, como la confianza y credibilidad en la JCE y sus autoridades, sinónimos de garantía de un proceso limpio y de tranquilidad para el pueblo? ¿A quién, de modo irresponsable y ajeno al valor de la tranquilidad institucional y la paz de la nación, se le ocurrió que había que cambiar las…