Hasta un hombre puro de corazón que reza sus oraciones, que sabe ser solidario con los demás, puede convertirse en un hombre lobo cuando da riendas a sus instintos, cuando lo domina la pasión.Ya los antiguos filósofos decían: que las pasiones en el ser humano debían ser como caballos indómitos, que había que controlar y que había que domar; si se soltaban esos caballos, arrasaban al ser humano.Y lo cierto es, que nosotros podemos controlar nuestras pasiones, háblese de la pasión del dinero, de la pasión del poder, de la pasión del placer, de la pasión sexual.Cuando se sueltan esos instintos, el ser humano es un caballo desbocado, o si se quiere, es un lobo para el otro lobo, y es por eso por lo que hay que controlar continuamente esas pasiones o esos instintos, y hay que favorecer en nosotros lo que es la pureza, lo que significa el dominio de sí mismo y lo que significa también la entrega a los demás. Podemos ser hombres que conservemos el corazón puro, ciertamente que lo podemos h…