Esto de hacerse pequeño (que nada tiene que ver con disminuir la estatura física) es una utopía en un mundo sobresaturado de palabras huecas y enfermo de egoísmo, por su fuerte adicción a la droga de la soberbia. El apóstol Pablo cuando decidió dar el primer paso para lo que fue su conversión de entendimiento cambió el nombre de Saulo (el deseado) por el de Pablo (el pequeño). Con una decisión aparentemente sin importancia, pasó a una conversión de corazón, que le permitió apreciar con un sentido diferente su permanencia e incidencia en la sociedad excluyente que le tocó vivir. Sólo aquellos que se hacen pequeños alcanzan el favor de Dios. La única posibilidad de alcanzar el favor de Dios, en el árido y muchas veces ácido camino de las pompas humanas, es haciéndose pequeño. ¿Qué tenemos que derramar en la tierra extenuada por la mala planta que brota de los soberbios y cínico? El fertilizante a emplear para este terreno espinoso y contaminado, es el de una actitud humilde que es más…
