“Soy pobre… soy tan pobre… que nada me importa”. La pobreza no es ni debe ser signo de indolencia. Mucho menos debe convertirse en excusa para hacer lo indebido o agenciarse una irresponsabilidad. Así pensé al ver esta frase colocada convenientemente en un lugar poco convencional, a la vista de todos. El sentimiento de pobreza, como le llamo, es muchas veces más un estado mental que físico. Siendo pobre se valoran más las cosas del espíritu, que alguien, que teniéndolo todo no necesitar de nada ni de nadie. Hago esta reflexión bajo la premisa de que siempre hay oportunidad para salir de una pobreza, que nada tiene que ver con la riqueza material. La mayoría de las veces los pobres no saben vivir con dignidad la situación de estrechez económica que les embarga. Se puede ser creativo para disfrutar la vida con poco o casi nada. Conozco de una persona que recién casado, añoraba tener un cuarto de música, pero al no contar con los recursos económicos necesarios, se las ingenió de ta…