Hablar de Felipe Polanco, Boruga, es hablar de un hermano y los hermanos se valoran más con el corazón que con la razón. Por tanto, todo lo que escriba o diga de este gigante del humor dominicano, necesariamente estará contaminado por un afecto especial que desborda la ecuanimidad.A Felipe Polanco, Boruga, no sólo lo admiro por sus dotes de artista, sino también porque él es un ejemplo de Dios.Después de haber conocido la inmundicia, la misericordia del Señor lo recoge en las aceras de la ebriedad y lo convierte en un hombre nuevo.Además de una gran misericordia, el Señor tuvo una deferencia particular con él, ya que logró sacarlo del alcoholismo sin anestesia y situarlo de nuevo en un pedestal importante del humor siendo un ciudadano distinto.Estamos delante de una persona que de lo más bajo, logra levantarse, reformar su hogar, reformar su carrera, reformar su figura, reformar su talento y replantear su trayectoria artística para seguir estando entre los primeros. Únicamente es…