Leída en el cementerio y publicada en ocasión de su novenarioAyer, a eso de las cuatro y treinta de la tarde, concluiste la sorpresa que nos tenías a todos: ¡marcharte!Diez años después que lo hizo mamá. Ella lo hizo en el mes de las madres y tú en el mes del padre.¡Caramba! ¿Será que presentías esta partida material? Porque la noche anterior a tu internamiento en la clínica para someterte a tu última cirugía, me dijiste: “He revisado la libreta donde anoto las cosas que tengo pendiente decirte, y me he dado cuenta que nada tengo por resolver, porque en todo me has complacido”. Y de inmediato me preguntaste: “¿Es que me estás despidiendo? Te dije: “¡Imposible papá! Cuando volvamos a la casa, ya habrán otras cosas pendientes”.¡Qué tonto fui! No era yo que me despedía de ti, eras tú el que te despedías de nosotros.Si la grandeza de los hombres se mide, no por el dinero, ni los apellidos, ni los abolengos, sino por su dignidad, por su honradez y por su nobleza, ¡entonces a ti te cabe l…