September 19, 2024
Alberto Ulloa, de fauno a demiurgo
Las tardes y los anocheceres con Alberto Ulloa, en su propiedad de la carretera a San Cristóbal, poseían el significado de las provocaciones y el sabor cómplice de los enfrentamientos.Debajo de cada palabra suya el universo tejía enigmas, fantasía...

Las tardes y los anocheceres con Alberto Ulloa, en su propiedad de la carretera a San Cristóbal, poseían el significado de las provocaciones y el sabor cómplice de los enfrentamientos.Debajo de cada palabra suya el universo tejía enigmas, fantasías y anécdotas y detrás de cada afecto prodigado podían emanar las reservas sutiles de los gladiadores al golpe de un “¡domino!” o una mirada inquisitiva. Era diestrísimo jugando al dominó. Se debía estar alerta.Es que Alberto Ulloa era un ser de misterios y transparencias; de alturas inalcanzables, extraordinarios virtuosismos y, también, para que no fuera divino en un ápice, un verdadero fauno natural.Susurraba sus palabras, siseándolas con un dejo en el que traslucían sus días madrileños y las bacanales seducciones. “¡Cuevas me dice que no diga que una vez nos sacaron a patadas de un restaurante porque echamos un cubo!”, me confesó, riendo a carcajadas, feliz con ese recuerdo que hoy la historia del arte recoge como anécdota de la realida…