Jarabacoa, que significa “lugar de muchas aguas“, debe su nombre a la abundancia de ríos que lo rodean, como el Yaque del Norte, Jimenoa, Baiguate y Guanajuma. Este poblado taíno ya estaba establecido cuando los españoles llegaron a la isla en busca de oro y plata durante la época de la conquista. Sin embargo, debido a la falta de hallazgos significativos, los exploradores abandonaron el lugar.
En el siglo XIX, Jarabacoa experimentó un resurgimiento migratorio significativo. La invasión de las tropas dirigidas por Toussaint Louverture y la posterior destrucción de La Vega por Jean-Jacques Dessalines en 1805 forzaron a muchos habitantes a buscar refugio en las montañas cercanas, y un número considerable de ellos se estableció en Jarabacoa.
La comunidad creció y, en 1854, debido a su ubicación estratégica, se erigió como puesto militar para facilitar la comunicación entre el Cibao y el Sur. Para ese entonces, la población se estimaba en 2,000 habitantes, y muchos hombres de Jarabacoa se distinguieron como soldados en la lucha por la independencia durante la ocupación haitiana (1822-1844).
El 27 de septiembre de 1858, Jarabacoa fue elevado a la categoría de municipio mediante un decreto del presidente Pedro Santana. Este año, la comunidad celebra 166 años de vida municipal, con eventos que conmemoran su rica historia.
A principios del siglo XX, la República Dominicana se destacó como una potencia maderera, siendo Jarabacoa un centro clave en esta industria. La introducción de la máquina de vapor en 1918 permitió la instalación de aserraderos en el Valle del Cibao y la Cordillera Central, fomentando la explotación comercial del pino criollo (Pinus occidentalis). Aproximadamente 30 aserraderos operaban en Jarabacoa, impulsando la economía local durante más de 50 años.
En 1959, la dictadura de Leónidas Trujillo estableció una colonia japonesa en Jarabacoa, compuesta por 100 familias dedicadas a la agricultura. La introducción de nuevas técnicas y maquinaria agrícola dinamizó la economía local, especialmente en el cultivo y venta de arroz y verduras.
Las décadas de 1960 y 1970 trajeron cambios significativos para Jarabacoa. La Ley 197 de Reforma Agraria de 1967 permitió a los campesinos acceder a tierras y préstamos, aunque la paralización total de la explotación maderera ese mismo año alteró la economía local. Muchos aserraderos se trasladaron, y la reforestación atrajo nuevas inversiones, fomentando una imagen ecológica para el municipio.
En 1971, la Ley 153 incentivó la infraestructura turística, promoviendo el turismo de veraneantes. Para 1964, ya existían 40 cabañas o chalets de veraneo, consolidando a Jarabacoa como un destino turístico de montaña. Esta tendencia continuó con el paso de los años, transformando la economía y la cultura local.
El huracán David en 1979 causó grandes inundaciones, devastando muchas viviendas en las orillas del río Yaque del Norte. En respuesta, se construyeron puentes y barrios para albergar a los damnificados, mejorando la infraestructura del municipio.
Durante la década de 1990, Jarabacoa reforzó su vocación turística. En 1996 se inauguró el proyecto Alpes Dominicanos y se completó la carretera Jarabacoa-La Vega. En 1997, la fundación de la Universidad Agroforestal Fernando Arturo de Meriño proporcionó educación superior en agroforestería, agronomía y turismo.
Hasta 2004, Jarabacoa contaba con nueve secciones, incluyendo Buena Vista y Manabao, que luego se convirtieron en distritos municipales. A partir de 2005, con el apoyo de agencias internacionales, se formaron clústeres de café, invernaderos y ecoturismo, desarrollando estos sectores con proyección internacional.
En los últimos 19 años, la infraestructura vial ha mejorado considerablemente, gracias al asfaltado de barrios y calles principales, y la conexión terrestre con otros municipios. Jarabacoa mantiene relaciones comerciales y de servicios con La Vega, Constanza, Buena Vista y Manabao. Con respecto a su población, Jarabacoa es el segundo municipio más poblado de la provincia de La Vega, solo superado por el municipio cabecera.
La historia de Jarabacoa es un testimonio de resiliencia y adaptación, desde sus raíces taínas hasta convertirse en un vibrante centro turístico y agrícola, reflejando el espíritu dinámico de su gente y su entorno.
