El 31 de julio es la festividad de San Ignacio de Loyola. Ese día de 1556 moría él en Roma. Por lo mucho que le debo espiritualmente, me siento obligado a escribir sobre él. Lo voy a hacer sobre “San Ignacio, innovador y revolucionario”. Lo fue al duro precio de falsas interpretaciones, denuestos y persecuciones. Él siguió impávido adelante.Su fijación absoluta en Dios produjo en San Ignacio de Loyola una radical libertad de espíritu. Y esta radical libertad le llevó a ser increíblemente innovador y revolucionario.El colombiano Indalecio Liévano Aguirre, que ha escrito recientemente dos valiosos volúmenes sobre “Los grandes conflictos sociales y económicos de Latinoamérica” dice así en las páginas 248 y 249 de su primer volúmen: “El verdadero paso revolucionario frente al ascetismo del medievo no lo constituyó la ética de Calvino, sino la postura de quienes se propusieron entonces introducir en el ámbito de la Teología, la Política y la Economía tradicionales, los radicales cambio…
