Los héroes no tienen votos. En su martirologio no alcanzan el tiempo presente, pero un día el tiempo presente será tiempo pasado, irremediable, y entonces, de la cosecha del pasado histórico, saldrán a relucir los valores, los gestos audaces, el sentido del deber, la pasión por la libertad. Y los que solamente buscaron votos y cámaras, los que colapsaron y se rindieron al presente escuálido, los que decidieron vivir sus vidas pequeñas y las despojaron de soles y luciérnagas, naufragarán en su olvido y sumisión exitosa. Los mártires no suman votos pero suman valores, relámpagos que hermosean la vida, llamadas puntuales a la dignidad de una nación, al momento estelar, donde los dioses de la historia piden el sacrificio de sus mejores hijos. En un recodo del camino hay un coronel que espera, no tiene prisa, asumió las dimensiones sociales y humanas de su época, y lo dejó todo por servir, por ser consecuente, por no ser indigno de sus compañeros oficiales, a quienes él convocó a la luch…